miércoles, 5 de febrero de 2014

Aquel que quiere viajar feliz, debe viajar ligero.

¡¡Muy buenos días!! La tarea de hoy va a ser quitarnos todo el peso superfluo que llevamos encima cada día, y así aligerar nuestro paso y que sea más fácil y seguro. Vamos allá.


Caminaba un hombre con una mochila vacía. En su camino, tropieza con una piedra, la recoge y se la mete en la mochila. Más adelante tropieza con otra, mucho más grande. La carga igualmente. De esta forma continua su camino hasta que el peso es tal que le resulta imposible caminar, seguir avanzando...

¿Qué pensaríais que este hombre? Tal vez que es un necio, ¿para qué cargar las piedras con las que tropieza? que las piedras que nos encontramos en el camino, las que nos hacen tropezar, deben quedarse ahí.

La parábola de las mochilas asemeja las piedras a las ofensas que otras personas nos han hecho, los agravios que hemos sufrido, la amargura de las equivocaciones... todas estas piedras debemos dejarlas atrás, no cargar con ellas. El rencor contra los demás o los reproches contra nosotros mismos no nos dejan disfrutar de todo lo bueno que nos queda por recorrer. 

No guardéis ninguna piedra en vuestra mochila, es más, las que tengáis, deshaceros de ellas, dejad todo el espacio para las cosas bonitas, los deseos, los recuerdos, la ilusión... que no pesan nada y seguid vuestro camino ligeros de peso y con paso seguro.







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